María: una mujer apostólica
- jfargentinaweb
- 29 abr 2023
- 3 Min. de lectura
La Visitación Lc. 1, 39-45 📖

Quizás todas conocemos el Evangelio de la Visitación de María a su prima santa Isabel. El Papa Francisco nos dice: “La visita del evangelio de María a Isabel nos prepara comunicándonos el dinamismo de la fe y la caridad. Un dinamismo lleno de alegría…” (Papa Francisco 23.12.2018)
Salir de uno mismo
"En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel.” Lc. 1, 39-40 María partió sin demora, Ella salió de su zona de confort y no puso excusas a la hora de ir al encuentro de quien la necesitaba. Ése es el dinamismo del amor, que sale del propio centro para encontrarse con otro. María se puso en camino, ¡Cuántas veces nos cuesta a nosotros salir de nuestra comodidad! “No tengo tiempo” “No tengo ganas” “Siempre hago todo yo…” María es aquella mujer llena de Dios, que es fuerte por saberse profundamente amada y que nos ayuda a descentrarnos y a no girar en torno a nosotras mismas. ¡Estamos hechas para amar, para darnos!
❔¿Hay algún aspecto de mi vida en el que Dios me esté llamando a salir de mí?
No escatimar
María no calculó cuánto de Ella misma iba a dar, no escatimó en el servicio. Ella simplemente se dio porque aprendió en la escuela de su Hijo, Ella aprendió a ser don para los demás. Cada día nos llama a nosotras a esta dinámica de la santidad que consiste en amar y saberse amadas.
Después de la Anunciación, el Ángel dejó a María y Ella recordó lo que él le había dicho sobre su prima. María una mujer “aterrizada”, conectada con su realidad y la de aquellos que la rodean, no dudó e inició su peregrinación hacia la casa de su prima. Éste era un camino largo: Isabel vivía en Aín Karim, a 3 o 4 días de peregrinación desde Nazaret.
María: Sagrario vivo
Y así, caminando casi cuatro días, Ella es la primera que lleva a Jesús, no se lleva a Ella misma. María se convirtió en el primer sagrario vivo, Ella llevaba en su interior al Salvador. “La dirección del viaje de la Virgen santísima es particularmente significativa: será de Galilea a Judea, como el camino misionero de Jesús (cf. Lc 9, 51).” (Papa Francisco 23.12.2018)
En realidad, no es en primer lugar lo que María “hace” lo que la vuelve misionera, sino lo que María “es”. En el encuentro con Isabel, María se regala a Ella misma, regala lo que tiene en el corazón - que es al mismo Cristo - y es eso lo que transforma la vida del pequeño Juan Bautista, escondido todavía en el seno de su madre Isabel.
Ella nos envía
María quiere llegar a los demás a través nuestro. El gran amor que Ella tenía la impulsaba a comunicarlo y darlo a los demás. Esa es una de las gracias que María nos regala en su Santuario de Schoenstatt, la gracia del envío apostólico. Ella no es solamente “modelo” sino que también ELLA nos prepara para salir al encuentro de los demás de manera desinteresada, servicial.
La Virgen servicial es a la vez Virgen evangelizadora, la portadora de Cristo a sus semejantes. Ella no permanece pasiva en Nazaret, se siente urgida a transmitir los dones recibidos. No los retiene para sí, comunica con generosidad. Lo contemplado en el encuentro personal e íntimo con Dios se vuelve en Ella mensaje fecundo e irradiación espontánea. En el Santuario Ella nos cobija y nos transforma en mujeres nuevas, para que luego salgamos a regalar... Pero no a regalar “algo”, sino a regalarnos a nosotras mismas.
“Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!”
¡Hija amada, tu corazón en Schoenstatt!














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